Pasión por el libro

Descripción
JL Perdomo Orellana Como pretexto para el viaje subsidiado o el próximo premio obtenido un año antes de su convocatoria; como estímulo para romper una marca —pese a quedar con la memoria extraviada, un nepalí de veintipocos años hizo ayer su ingreso triunfal en el Libro Guinness de los Récords tras leer sin parar durante 114 horas— o para avivar los furores del fuego religiosamente canalla, al libro, ese eterno condenado a muerte, le ha ido como en feria y allá están los supermercados de Madrid y Frankfurt para reconfirmarlo. En las huellas digitales de Carlos López la palabra/ la letra/ la «casa del pensamiento universal», los libros, en suma, no duermen, ni esperan, ni sirven de pretexto a los artificios de la rémora global. En la amantísima y erudita mirada de López los libros siguen siendo el arma que Jorge Luis Borges vislumbró en 1604 y los horizontes y escaleras que, según Federico García Lorca, Fedor Dostoievsky exigió en vez de fuego y agua. Pasión por el libro no es un libro más acerca de libros. Es una obra maestra cuyos conjuros y entusiasmos agregan esferas perfectas a los sagrados templos de la literatura, sobre todo ahora que los países «no lectores» y los declaradamente enemigos del libro infestan los saldos del planeta. Es un elixir infalible para atisbar el fin del mundo, salir a la calle y escuchar con mayor atención a Salvatore Quasimodo: «Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra traspasado por un rayo de sol: y enseguida anochece».
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