Helarte de la errata (AGOTADO)

Descripción
Carlos López (Guatemala, 1954) es autor de los libros Voses de Guatemala (2005), Helarte de la errata (2005), Redacción en movimiento. Herramientas para el cultivo de la palabra (2003), Tito, biografía mínima (2003), Naves se van (2003), La roca coral (2002), Bellotas de agua (2000), Relámpago nocturno (1999), Vado ancho (1998), Fuego azul (1997) Uso de los anteojos para todo género de vistas (1996) y del Diccionario biobibliográfico de literatos guatemaltecos (1993). |
Lazlo Moussong
Este libro de Carlos López, fino poeta, ingenioso, de sutil y artesanal humor, editor ejemplar que hace milagros con su Editorial Praxis, donde predominan la poesía no lucrativa, los múltiples y auténtico(a)s talentos de autore(a)s sin capilla y el buen gusto, y duro crítico de la Real Academia por ser profundo conocedor de la lengua española, nos lleva, desde el pasmo, por los corredores de la risa, hasta las pruebas de que el Diccionario de la lengua española está plagado de errores y faltas de o rtografía. Me pareció delicioso el ensayo, que por fortuna leí en casa y no en un café o en una combi, porque me reí a carcajadas y la gente hubiera pensado que yo estaría loco o drogado. Me entusiasmó. |
Rogelio Guedea 2ª solapa de Helarte de la errata Una historia universal del error nos descubriría, en toda su amplitud, el verdadero valor de la sinrazón humana. Viéndolo sin aparejos, el error ha sido siempre mejor maestro que el acierto, aunque el acierto goce de mayor reputación. «De los errores se aprende», dicen. Como en los pecados del catolicismo, los errores también se dan por obra u omisión. Los primeros, no menos reprochables que los segundos, ni tampoco menos dañinos, son a los que el poeta y editor Carlos López dedica su largo ensayo Helarte de la errata, sesudo como jocoso estudio sobre los desatinos cometidos en los rodillos de las imprentas y en las declaraciones de los desinformados o, en todo caso, mal informados, entre los que nunca faltan presidentes de república o secretarios de cultura. Con su característico «ingenio negro», bajo el cual se esconde un rigor pasmoso cuando se trata de tomar posición frente al lenguaje, Carlos López no sólo hace un minucioso recuento de las erratas más famosas acometidas a lo largo y ancho de nuestro diablo mundo, sino que, para evitar quedarse en el mero divertimento, termina sus inquisiciones advirtiéndonos: si es verdad que la errata es inmanente al hombre, ¿no seremos los hombres (y sus alrededores) una misma errata de Dios? Sea como fuere, esta pregunta tendría que responderse con otra: si es verdad que la equivocación es inherente a Dios, ¿no será Dios (y su paraíso) una equivocación más de la imaginación del hombre?
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Juan Domingo Argüelles El Universal, México, 18 dic, 2005, p. 3-F
Ni tianguis sin ratas ni libro sin errata
Tal vez únicamente para alcanzar consuelo, o bien para curarse en salud y justificar lo irremediable, entre escritores, editores e impresores se ha llegado a decir que el libro perfecto, sin mácula tipográfica y sin erratas, trae mala suerte. De ahí se puede concluir que casi todo autor es suertudo, pues la verdad es que resulta difícil encontrar libros perfectos desde el punto de vista editorial y tipográfico. Aunque sea una «cosa de nada», la mayor parte de los libros trae sus erratas o sus erratillas, y algunos dan albergue a tal cantidad de yerros y gazapos (muchos libros españoles, de sellos importantes, son ejemplo ilustre de esto) que los autores deben ver cada uno de sus libros como un gran amuleto. |
Anónimo Revista D, 88, Guatemala, 12 mar, 2006, p. 29
Nuestra recomendación: El que a yerro mata... Por favor, lector, sea benevolente y no apresure juicio hacia esta humilde nota. No empiece aún a escribir esa carta aclaratoria en la que seguramente nos dirá que el verdadero dicho lleva la palabra «hierro», referente al metal, empleado como metáfora alusiva a la violencia de las armas. De hecho, si usted consigue este libro, podrá solazarse o bien torturarse con las abundantes anécdotas de erratas, escritas y habladas, de ilustres personajes, que Carlos López incluye en su libro, que resulta ameno a fuerza de humor y equívocos, de errores ajenos, pero probablemente nuestros también. Algo así como el que esté libre de errores que tire la primera corrección es el mensaje que deja López, no sin invitarnos a pensar si decimos bien lo que intentamos expresar o si acaso, nos ha pasado, como simples ciudadanos, lo mismo que a gobernantes, presentadores de televisión y hasta a los académicos de la lengua.
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Méndez Vides El Periódico, Guatemala, 3 oct, 2006, p. 28
«Helarte de la errata»
Son tantos los poetas chapines que viven fuera del país, que no puedo sino aplicar para el conjunto la identificación de «ciudadanos de la vía láctea» acuñada por Luis Cardoza y Aragón. México fue por mucho tiempo el destino común para quienes se alejaban de la patria, y aún lo sigue siendo en buena medida. Allí vive Carlos López, un poeta nacido en Pajapita, San Marcos, a quien la frontera le debió parecer ficticia, un arreglo ridículo dispuesto por políticos y finqueros. ¿Cuál es la diferencia entre ser de San Marcos o de Chiapas? Poca y mucha. López se marchó al df, estudió literatura en la unam y se volvió un mago de la imprenta, creando la Editorial Praxis, que ha publicado una amplísima obra de nuestros autores para darlos a conocer en el vecino país. Ahora, tras medio siglo de vida, escribió un ensayo divertidísimo y nítido (cuidando que no se le escapara errata alguna) sobre las erratas, esa lamentable tragedia que por aquí ocurre tanto sin provocar temblor, pero que persigue a los impresores y autores como una maldición. El tema, si se ve de lejos, parece muy especializado y hasta arrogante, pero al leer el ensayo uno se encuentra ante un texto profundamente humano, distraído, que nos demuestra cómo las ideas bien expresadas pueden hacer de cualquier tema un agasajo. |
Lazlo Moussong Excelsior, 11 may, 2004, p. 6A
Caja de Resonancia Fe de ratas
Escribo esto motivado por un ensayo de Carlos López, fino poeta, ingenioso, de sutil y artesanal humor, y editor ejemplar que hace milagros con su Editorial Praxis, donde predominan la poesía no lucrativa, los múltiples y auténtico(a)s talento(a)s de autore(a)s sin capilla, y el buen gusto; duro crítico de la Real Academia, por ser profundo conocedor de la lengua española.
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